Historia y leyendas
 

MITOS SOBRE LA MONARQUÍA

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El linaje divino de los monarcas terrenales

En Ruanda, se conoce un relato semejante sobre los orígenes de la monarquía. El señor de los cielos, Nkuba el Rayo, tenía una esposa estéril que un día, en ausencia del marido, le robó una de sus vacas, la mató, le extrajo el corazón y lo escondió en una vasija. Alimentó el corazón con leche durante nueve meses, al cabo de los cuales apareció un niño en el interior de la vasija. Este niño, Kigua, creció en el cielo y cayó a la tierra para ser el primer rey de Ruanda.

En muchos casos, los mitos sobre los orígenes de los reyes coinciden con los de los orígenes de la humanidad Al reth (rey) de los shilluk del sur de Sudán se lo identificaba en el mito y en los rituales regios con Nyikang, antepasado de linaje real y fundador de la nación shilluk. El padre de Nyikang era el hijo de un ser celestial y su madre, Nyakaya, un cocodrilo. Nyikang abandonó su patria tras haberse peleado con su hermanastro y en el camino venció al sol en combate y dividió las aguas del Nilo Blanco para que pudieran atravesarlo sus seguidores y él.

Los epítetos de Nyikang y de todos los reyes posteriores de los shilluk -considerados encarnaciones del primero- honran su vinculación con el cielo, los ríos y la tierra, el universo shilluk. Es dios, semidiós y hombre y de su salud depende la de la tierra. En época precolonial (y, según ciertos rumores, también en la actualidad), cuando empezaba a perder fuerza física se le mataba ritualmente para dejar sitio a un sucesor más vigoroso.

Encontramos otro relato sobre un regicidio ritual en el mito del rey Muetsi, que explica el asesinato ritual del Mambo (rey) de Monomotapa en el Zimbawe medieval, que al parecer tenía lugar cada cuatro años. Según este mito, el primer hombre creado por Muari, el Alto Dios, vivía al principio bajo las aguas. Se llamaba Muetsi (Luna) y quería vivir en la tierra, totalmente desértica por aquel entonces. Ante las quejas de Muetsi, Muari le envió una esposa, la Estrella Matutina, que patio la hierba, los arbustos y los árboles. Los árboles crecieron hasta que sus copas tocaron el cielo y empezó a llover. En medio de la abundancia, Muetsi construyó una casa, fabricó azadas y cultivó la tierra, pero al cabo de dos años Muari se llevó a la Estrella Matutina. Muetsi se lamentó durante ocho días, hasta que Muari le dio otra esposa, la Estrella Vespertina, al tiempo que le prevenía de la catástrofe que le aguardaba. Al llegar la noche, la Estrella Vespertina le ordenó que se acostara con ella, y de su unión nacieron pollos, ovejas, cabras, vacas y antílopes y a continuación niños y niñas, que se hicieron adultos en un día. El cuarto día por la noche se desencadenó una fuerte tormenta y la Estrella Vespertina avisó a su esposo de que corría peligro de muerte, no obstante lo cual Muetsi le hizo el amor; al día siguiente, ella parió leones, leopardos, serpientes y escorpiones. La noche del quinto día la Estrella Vespertina se negó a acostarse como Muetsi y le sugirió que tomase a sus hijas. Muetsi así lo hizo y a la mañana siguiente sus hijas dieron a luz unos niños que por la noche ya eran adultos.

Entonces, Muetsi se convirtió en rey de numerosas personas y la Estrella Vespertina copuló con una serpiente y quedó estéril. Muetsi quería que regresara con él, pero mientras estaban acostados le picó la serpiente. Como la salud de la tierra dependía de la del rey, cuando éste enfermó por el veneno del reptil dejó de llover, se secaron las aguas y la muerte visitó a las gentes. Para poner fin a sus desdichas, los hijos de Muetsi decidieron matar a su padre: lo estrangularon, lo enterraron y después eligieron otro rey.

Según los kuba del Zaire, los dos primeros dioses, Mboom y Ngaan, eran también reyes y cada uno reinaba sobre una mitad del mundo, que estaba oscuro y cubierto por las aguas, pero se pelearon y abandonaron su creación: Mboom se fue al cielo y Ngaan se escondió bajo las aguas. Un día, Mboom vomitó el sol, la luna y las estrellas. Bajo el sol, las aguas empezaron a consumirse y la tierra quedó al descubierto. Volvió a vomitar, y aparecieron todos los animales. Después vomitó a los seres humanos, entre los que se contaba Woot, antepasado de los reyes y del pueblo kuba, que vivía en un poblado junto a los demás humanos y animales. Se llevaban bien y hablaban la misma lengua. Un día, Woot se enamoró de su hermana, Mueel, se la llevó a la selva y de sus relaciones nació un niño, Nyimi Lele, futuro fundador de la vecina tribu lele.

Cuando el pueblo se enteró del incesto de Woot se enfadó y lo expulsó de la aldea, y en venganza, Woot lo maldijo: el mijo empezó a pudrirse, la mayoría de los animales se volvieron salvajes y no salió el sol. Mueel envió mensajeros a pedirle perdón a Woot, que acabó por ablandarse y permitir que las aves de la montaña llamaran al sol. A continuación condujo a sus seguidores al exilio y en el camino fue creando el paisaje, las plantas y los animales y dejó varios hijos, que fundaron las diversas tribus. Woot les retorció las lenguas y desde entonces hablan diferentes idiomas.

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