Para casi todos los pueblos aborígenes, las plantas proporcionaban más alimento que el que se obtenía con la caza y eran veneradas como dones de la Madre Tierra. Algunas naciones indias sostenían relaciones peculiares con determinadas plantas, como el maíz, del que dependían para su sustento y cuya existencia se basaba, a su vez, en los cultivadores humanos.
Las primeras plantas domesticadas -como el girasol, el arándano y el amaranto- se cultivaron en las regiones templadas, a orillas de los ríos y en las aldeas, donde estaba presente el removido suelo rico en hidrógeno que se adecúa idealmente a su producción. El maíz -la planta norteamericana domesticada más importante- ya se cultivaba en América Central h. 6000 a.C. y h. 1000 se producía en latitudes tan septentrionales como el sur de Canadá, dondequiera que la cantidad de días que no helaba y el nivel de precipitaciones lo permitían. Sirvió de alimento a treinta mil personas en la prehistórica ciudad de Cahokia y tuvo una importancia decisiva en la visión del mundo y la vida ceremonial de casi todos los grupos para los que constituyó la principal cosecha. Por ejemplo, la figura de Madre Maíz desempeñó un papel central en los mitos arikaras de los orígenes. El maíz ocupó un lugar preeminente tanto para los mandanes y los pawnees de las llanuras como para los choctaw del sureste el maíz.
El estilo de vida de los pueblos de la Gran cuenca -por ejemplo, los washos- se basó en la recolección de las plantas que les servían de sustento. Habitaban una de las regiones más áridas del oeste de América del Norte y estaban obligados a almacenar semillas, raíces y frutos secos para pasar el invierno. Las familias se desplazaban de forma constante a fin de conseguir la provisión necesaria de plantas abundantes pero muy dispersas. Las habilidades para localizar determinadas plantas y procesarlas se transmitían de madre a hija, razón por la cual las washos cobraban gran importancia en la época de la recolección. Era necesario descascarillar, aventar y moler la mayoría de las semillas para convertirlas en harina y algunos frutos secos, como las bellotas, debían lixiviarse para retirar los componentes tóxicos. La necesidad de recolectar alimentos obligaba a los washos a vivir la mayor parte del año en grupúsculos dispersos. En otoño se reunían para recoger piñones, nombre con el que denominaban a todos los pinos que dan fruto comestible. Los piñones producían una riqueza que superaba la de otras plantas y la recolección de este fruto o gumsaba era una época de grandes rituales y actividades sociales.
Los norteamericanos nativos utilizaron numerosas plantas silvestres en sus ceremonias y en sus prácticas curativas. Empleaban salvia para las purificaciones rituales y se bañaban con el humo de esta planta. Aprovecharon ampliamente las propiedades medicinales de diversas plantas. Mascaban ciertas raíces para calmar las irritaciones de garganta y los dolores de cabeza, mientras que con las hojas de diversas plantas preparaban infusiones que aliviaban la indigestión. Tanto silvestre como cultivado, el tabaco fue muy utilizado en las prácticas rituales.
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