El Bhagavad Gita ("Canción del Señora) es uno de los más importantes y populares textos religiosos indios, aunque no es, estrictamente hablando, un shruta (un texto revelado por la divinidad, como los Vedas). Es un episodio comparativamente breve incluido en el Mahabharata, que consiste en dieciocho capítulos escritos en forma de semidiálogo.
Empieza con el enfrentamiento de dos grandes ejércitos en el "campo del dharma". En cada lado hay miles de temibles guerreros, así como dioses, demonios y gigantes con armas sobrenaturales. Eran los ejércitos de los pandavas y los kauravas, primos y rivales por un único trono. El guerrero más glorioso de todos era Arjuna, tan hábil en las artes de la batalla que se le creía invencible. El conductor de su carro era Krisna, Señor del Universo, y tras Arjuna se alzaban legiones de poderosos aliados listos para luchar en su nombre.
En ese momento, mientras las trompetas sonaban y el aire se llenaba de amenazas, Arjuna contempló al ejército opuesto y la debilidad le embargó. "Frente a nosotros en el campo de batalla hay maestros, padres e hijos... No deseo matar a esas personas, ni aunque yo mismo muera. Ni siquiera por el reino de los tres mundos: "¡Cuánto menos por un reino de esta tierra!" dijo el guerrero a Krisna. "¿Qué felicidad podemos encontrar matando a nuestros parientes...? No lucharé", dijo, y quedó en silencio. Krisna sonrió y recitó los versos que componen el Bhagavad Cita.
Krisna apeló primero al honor de Arjuna y a su deber dhármico como kshatriya. "No hay mayor bien para un guerrero que luchar en una guerra justa", dijo, añadiendo que no había necesidad de sentir tristeza por lo que era inevitable. "Arjuna, te lamentas porque crees que eres el hacedor de tus acciones", continuó. "Pero piensa que es Dios el hacedor. Tú no eres más que un instrumento en sus manos. Sólo estás llevando a cabo su voluntad." Pero Arjuna no estaba seguro. "¿Cómo puedo matar a mis parientes" preguntó, y volvió a hundirse en el desaliento, con su gran arco yaciendo inútil sobre sus rodillas. Krisna le contestó con uno de los pasajes más conocidos del Bhagavad Gira. "La muerte no es definitiva", le dijo a Arjuna. "Si cualquier hombre cree que mata, y otro cree que le han matado, ninguno de los dos conoce la verdad. Lo Eterno en el hombre no puede morir. Las armas no pueden cortarlo; el fuego no puede quemarlo... "¿Qué te hace pensar que puedes destruir el alma?"Krisna, habiendo definido el atman en cada persona, reveló un nuevo modo de liberar el alma de los ciclos de la reencarnación: la disciplina de la acción, el karma yoga. Opuestos a los senderos budista y jainista de ascetismo, éste es un yoga de acción positiva, un camino hacia el brahmán (divinidad) que puede ser seguido por cualquiera, por muy inmerso que esté en los asuntos mundanos. Krisna decía que no son los actos en sí mismos los que atan a las personas al ciclo de la reencarnación, sino las intenciones egoístas que tan a menudo están detrás de ellos. Lo realmente opuesto del acto egoísta es la acción desinteresada; la inactividad total es en cualquier caso imposible.
En el Bhagavad Gita, la acción ya no es la única causa del karma. El yoga que Krisna enseñó a Arjuna ofrece un camino hacia la iluminación basado en el abandono del deseo. Una mente iluminada, dice, es indiferente "al placer y al dolor, a las ganancias y a las pérdidas". "Prepárate para la lucha", le dice a Arjuna. "Hagas lo que hagas, hazlo como una ofrenda a mí." Arjuna volvió, pues, al mundo de la lucha, y desde entonces su camino lo han seguido millones de hindúes.