BRAHMA

El dios creador

Brahma se representa en algunos casos como demiurgo que realiza las intenciones de Visnú: mientras Visnú yace sobre la serpiente cósmica en las aguas de la disolución, de su ombligo surge un loto y, al abrirse, aparece Brahma sentado (derecha), preparándose para emitir el mundo. Debajo está el Brahma cuatricéfalo sobre su montura, el ganso silvestre (hamsa), cuyo vuelo simboliza los esfuerzos del alma por liberarse.

Brahma, el creador y el que concede favores, aparece con frecuencia en la mitología de época posterior, por lo general con un papel subordinado al de los otros dos grandes dioses, Visnú y Siva, si bien en los primeros siglos de nuestra era debió ser el centro de un culto, seguramente como deidad creadora. En varios pasajes de las epopeyas se atribuye a Rama, también llamado Pitamaha, el Gran Padre, varios mitos cosmogónicos que se asociarían con Prajapati en el período védico posterior, como la creación de una hermosa joven, hija suya, a partir de su propio cuerpo. Queda fascinado con la belleza de aquella mujer, que al caminar a su alrededor en un gesto de respeto despierta en el dios el deseo de mirarla y aparece una serie de caras. De la unión de ambos nace Manu, el primer hombre.

Mientras medita, Brahma emite los elementos materiales del universo y los conceptos mediante los cuales los comprendemos. La duración del universo se cuenta según la duración de la vida de Brahma, cien años, cada uno de ellos compuesto por 360 días, que equivalen a 1.000 años de los dioses, y cada día a un año humano. En cada día de Brahma se crea el universo y en cada noche se reabsorbe. Dentro de cada ciclo, desde la emanación hasta la disolución, se suceden cuatro eras, desde la mejor, la Krita Yuga, hasta la peor, la Kali Yuga. Por último, la actividad creativa se trivializó y se transformó en la capacidad de conceder ciertos privilegios a cualquiera que haga penitencia o lleve una vida ascética, independientemente de las consecuencias.