El budismo mahayana (Gran vehículo) surgió al final del primer milenio a. C. como reacción contra las escuelas budistas más sobrias representadas por los theravadianos. Los mahayanistas llamaron a las escuelas posteriores hinayana (Pequeño vehículo).
El mahayana es la forma de budismo más practicada en China, Tíbet, Corea y Japón. Se dice que el budismo mahayana es una síntesis de las tendencias contemplativa y devocional de la religión india y, al igual que las formas popularizadas de hinduismo que se desarrollaron durante la misma época, coloca al amor y la compasión en términos de igualdad con el conocimiento como medio de iluminación.
Mientras las escuelas de los theravadianos subrayaran la importancia de la vida monástica y la austeridad, excluyendo la posibilidad de que las personas no religiosas llegaran a la liberación, los mahayanistas, decían que la iluminación estaba abierta a todos los que seguían el sendero de la devoción y la contemplación, fuese cual fuese su situación en la vida.
El budismo theravada honraba la figura histórica de Siddharta Gautama como al único Buda y único poseedor de la verdad. Los mahayanistas iban más allá de esta forma material y representaban a Buda como una divinidad trascendente de la que la figura histórica, el Buda Gautama, no era más que una de las muchas manifestaciones terrenales.
La compasión es el concepto clave del mahayana. Se encuentra en el ferviente devocionalismo practicado por los devotos mahayana así como en el hecho de que colocan a Buda principalmente como salvador por encima de su triunfo personal de desprendimiento e iluminación.
Mientras los theravadianos trataban de imitar el sendero de Gautama hacia la liberación a base de rechazar al mundo como conquistadores (arhants), los mahayanistas tenían como meta el papel de Buda como maestro y liberador. Los filósofos mahayanistas decían que el sendero theravada era egoísta y limitado, y apoyaban este argumento citando el ejemplo de Gautama, que rechazó la iluminación personal cuando se la ofreció el demonio Mara.
El ideal mahayana era el bodhisattva, el "Futuro Buda", que sacrificaba su propia iluminación a fin de llevar la salvación a los demás. Retratados como brillantes deidades en el arte budista, se creía que los bodhisattvas habían acumulado méritos kármicos por buenas acciones anteriores. Su acto definitivo de autosacriticio era la distribución de este mérito entre sus devotos. Se decía que el rezar con fe absoluta a un bodhisattva conducía automáticamente a la reencarnación en el paraíso.
Según la versión mahayana del sermón de Sarnath en el Parque de los Ciervos, Buda habla directamente con Maitreya, el futuro Buda que está esperando en los cielos para nacer unos cinco mil años tras la muerte de su predecesor. Buda le dice a Maitreya que, "habiendo oído esta Ley y dándole la bienvenida con alegría... [y] ...donde esta doctrina pura prevalece, incluso el dueño de una casa se convierte en Buda".
Los budistas mahayana equiparaban la experiencia personal del nirvana (iluminación) con el vacío absoluto (sunyata) que permea el universo. Los adeptos que experimentan la realidad del nirvana tienen la capacidad de convertirse ellos mismos en budas, con tal de que sigan los senderos de la compasión y la contemplación que son fundamentales en el pensamiento mahayanista.