Fue el carro de dos ruedas el que hizo a los arios vencedores en batallas según se iban moviendo hacia el este, abriendo una brecha entre los pueblos peor armados que se encontraban en su mino. Aunque la rueda se había usado antes en Sumeria, hacia el 3200 a. C., los primeros carros eran toscos y precarios, con ruedas de madera maciza que giraban al mismo tiempo, unidas por un eje fijo. En la guerra tenían un uso limitado.
Hacia el 200 a. C., sin embargo, se introdujeron ruedas de radios, más ligeras, y se diseñaron carros con ejes independientes. Cuando se urda un par de caballos veloces al frente de un cano, el vehículo se convertía en un arma invencible, y de allí nació una nueva forma de guerrear. En palabras del mitólogo Joseph Campbell, el carro dividió al mundo de la Edad de Bronce «en aquellos que cantaban "Victoria" y aquellos que sollozaban».