Los dioses arios solían caracterizarse por ser guerreros heroicos que representaban la luz solar de la verdad en lucha contra los poderes de la oscuridad. Unos versos en el Rigveda alaban a Savitri, la deidad que excita o estimula la acción, el conductor de un «carro de oro» tirado por «dos brillantes corceles» que hace «desaparecer la enfermedad» y «dirige el sol» en su recorrido victorioso. Sin embargo, pueden funcionar otras influencias en la mitología aria, y los dioses de los Vedas pueden deber tanto a las tradiciones del oeste de Asia como a las de su tierra natal.
Los primeros arios que entraron en el valle del Indo adoraban a la deidad Varuna, cuyo nombre se deriva posiblemente del verbo sánscrito vri, cubrir, y era conocido sobre todo como el soberano del universo. Varuna era defensor del orden cósmico, rito, un concepto que comparte muchas características con muchas otras religiones: el principio sumerio del me o el egipcio mata que significa justicia. Como el Yahvé del Antiguo Testamento o la deidad sumeria Anu, Varuna era un dios de ira, muy temido. Pero también ofrecía misericordia a los que le adoraban.
Varuna sobrepasaba a los demás dioses de los primeros arios como gobernador moral. Se creía que la ley cósmica funcionaba tanto abajo como encima del reino de los seres humanos. Al igual que los planetas siguen un curso fijo en su viaje por los cielos, así los arios creían que había de existir un sendero «recto» en la esfera de la acción moral. Esta noción de «rita» tiene paralelismos en las matemáticas y astrología sumerias. Los pueblos prearios como los dravidianos pudieron también haber influenciado la religión védica en formas que ya no podemos conocer.
Varuna parece haber sido superado por Indra como rey de los dioses védicos. Indra no era tanto un soberano como un héroe, y mientras Varuna era huraño y vengativo, Indra era constante y fuerte. Su acción más celebrada fue su victoria sobre Vritra, visto al principio como el símbolo del caos, la ignorancia y la oscuridad.
Indra era un campeón más acorde a los guerreros arios que eran ajenos a lo que quedaba de la atmósfera urbana de la cultura del valle del Indo.