Matsya, el pez, protege a Manu, el primer hombre, durante el gran diluvio. Manu rescata un pequeño pez de las fauces de otros mayores, lo cuida hasta que alcanza enormes proporciones y lo devuelve al océano. Después, el pez le avisa de la llegada del diluvio, le aconseja que construya un barco y lo llene con la semilla de todos los seres y lo remolca hasta un lugar seguro.
Kurma, la tortuga, lleva el monte Mandara sobre la espalda mientras se bate el océano.
Varaha, el jabalí, se manifiesta cuando la tierra, concebida como una hermosa mujer, se hunde en el océano y la levanta con su cuerno.
Narasimha, el hombre-león, es la forma que adopta Visnú para matar al demonio Hiranyakashipu, al que Brahma ha concedido invulnerabilidad: no le pueden matar ni hombres ni dioses, ni con armas ni con objetos contundentes, ni de día ni de noche, ni dentro ni fuera de su casa. Cuando el demonio siembra el pánico en el universo, Visnú se transforma en un ser mitad hombre mitad león y le destripa en la terraza de su casa, al crepúsculo.
Vamana, el enano, es la forma que adopta Visnú para salvar al mundo de Bali (otro demonio) y de sus secuaces. De esta guisa pide a Bali que le conceda la tierra que pueda cubrir con tres pasos. Cuando Bali accede al deseo del enano, Visnú se transforma en gigante y recupera el mundo.
Parashurama es un brahmán que mata con su hacha a Arjuna, que tiene cien brazos, aniquila a todos los guerreros tres veces siete veces y decapita a su madre por orden de su padre. Rama y Krisna, séptimo y octavo avatares, son figuras fundamentales en la mitología hindú por derecho propio.
El Buda es el noveno avatar. Engaña a los pecadores para garantizar su castigo.
Kalki, décimo y futuro avatar, es una figura milenaria que inaugurará una nueva era. Aparecerá como un guerrero a lomos de un caballo blanco, y en las creencias populares del sur de la India es él mismo un caballo.
Varias figuras animales y humanas constituían ejemplos de la actividad benévola de Visnú sobre la tierra y se las identificaba con él como avatares o encarnaciones, que se presentan sucesivamente siempre que el mundo se ve sometido a la amenaza del mal. Su número se fijó en diez, pero con identidades flexibles. En un pasaje del Harivamsha (complemento del Mahabharata), por ejemplo, aparece el loto (que brota del ombligo de Visnú) en lugar del pez y la tortuga, así como Dattatreya (que otorga cien brazos a Arjuna Kartarirya), pero no el Buda.