Los rigores del clima indio y el uso predominante de madera como material de construcción ha supuesto que tengamos una idea muy vaga de la naturaleza del arte y arquitectura religiosos indios anteriores a los primeros siglos del primer milenio de nuestra era. Sin embargo, las grutas-templo talladas en la roca después del siglo II a. C. son notables por su tamaño y complicación. Los primeros edificios de piedra que sobrevivieron son probablemente los estupas budistas (túmulos conmemorativos). Estas estructuras, cada vez más complejas, a menudo adornadas con esculturas, dominaron el arte budista hasta el siglo VII más o menos, cuando el budismo fue desplazado por el hinduismo como religión de las dinastías reinantes.
Las primeras estupas fueron construidas por el emperador Asoka, que se convirtió al budismo en el siglo III a. C. Con el celo de un nuevo converso, se dice que Asoka construyó escupas por todos los dominios de su imperio mauryo en expansión. Se cree que estos monumentos con forma de bóveda simbolizaban la senda de Buda hacia la liberación y que albergaban las reliquias terrenas de Buda y sus principales discípulos.
Se dice que Asoka construyó entre 1.000 y 84.000 escupas, aunque ninguna ha sobrevivido, con la posible excepción de una en Bhilsa. De las estupas que quedan de este periodo, la Gran Estupa en Sanchi, en el este de India, es probablemente el mejor ejemplo.
Mucho de lo que sabemos acerca del uso de la madera en la arquitectura india temprana procede del estudio del "arte imitativo" que decora los pórticos de entrada a la Gran Eslupa, ya que canteros copiaron los diseños utilizados en estructuras de madera locales que se han perdido. Se describen episodios de las vidas anteriores de Buda en una serie de paneles sobre los postes y dinteles de los pórticos de Sanchi, que debían verse como una secuencia. El propio Buda, sin embargo, está representado sólo indirectamente, con tronos vacíos, huellas de pies y formas emblemáticas como la rueda.
El vigor y sentido del movimiento de estos relieves puede haber inspirado el arte budista más elaborado de las dinastías gupta y pala, desde el siglo IV hasta el VIII. Contrariamente a las primeras representaciones, Buda era pintado ya en forma humana como Shakyamuni, el príncipe histórico que encontró su propia iluminación y que predicó las doctrinas que se convirtieron en la base de la nueva religión.