La historia de la iluminación de Buda es muy importante en todo el budismo, tanto en las formas hinayana como en la mahayana. Siddharta pasó seis años practicando austeridades extremas que le dejaron esquelético antes de darse cuenta de que aquel camino no le llevaba a ninguna parte. Volvió a comer normalmente y rompió con los monjes que ayunaban, que le habían convertido en su líder. El futuro Buda, Siddharta Gautama, se acercó entonces a un árbol conocido después como Bodh Gaya ("el lugar de la iluminación"), bajo el cual se sentó con las piernas cruzadas, frente al sol naciente. Juró que no se movería dé allí hasta que hubiese hallado la iluminación.
En un episodio parecido a los relatos pos tenores de la Biblia acerca de las tentaciones de Cristo, el futuro Buda fue abordad por Mara, el Señor de la Muerte, con sus hijos Confusión, Alegría y Orgullo, y sus hijas Lujuria, Placer y Anhelo. Todos rogaron a Siddharta que abandonase su meta, recordándole sus deberes de casta como rey (kshatriya) y las oportunidades que tenía para alcanzar la riqueza y la fama. Siddharta permaneció impasible, con los ojos cerrados al mundo exterior.
Mara cogió entonces su arco con las flechas de la tentación -Excitante, Alegrante, Enamoradora, Abrasadora y Portadora de la Muerte- y lanzó una flecha al hombre santo. Pero la flecha no pudo dañar a Siddharta, ya que había disuelto completamente su identidad temporal, y no había ser que pudiese ser tentado o aterrorizado por las palabras del Señor de la Muerte. Mara lanzó finalmente la fuerza de sus terribles ejércitos contra su enemigo. Demonios de muchas cabezas rugían, mientras que mujeres desnudas portando calaveras revoloteaban enloquecedoramente ante sus ojos. Los dioses del cielo huyeron llenos de pánico y el futuro Buda se quedó solo. Mara mandó entonces fuertes vientos, pero ni siquiera el borde del traje de Siddharta se movió; rocas y terribles armas se convertían en flores por poder de su meditación, y la oscuridad Señor de la Muerte se disolvió «como lo rae la noche ante el alba». Mara, vencido, desapareció.
En la primera «guardia» de aquella noche, Siddharta adquirió un conocimiento total de sus nacimientos anteriores. Pensando para sí que «toda existencia sea la que sea es insustancial», llegó a una profunda comprensión de la necesidad de compasión (karuna), ya que todos los seres están atrapados en un ciclo sin fin de sufrimiento y reencarnación (samsara). Durante segunda parte de la noche recibió la luz divina, percibiendo una cadena de causalidad que conduce a la reencarnación, y esta por tanto en el origen del sufrimiento (dukkha).
Finalmente, en la última parte de la noche, el futuro Buda llegó a comprender completamente los trabajos del karma y se graduó por medio de los ocho estados de meditación (dhyana) que le condujeron a la Perfección. En aquel momento, Buda -ahora totalmente despierto- alcanzó la iluminación, consiguiendo una total penetración espiritual.
En reconocimiento de ese trascendental acontecimiento espiritual, la propia naturaleza respondió y los «diez mil mundos» (del cosmos) tronaron y se estremecieron para celebrarlo. Guirnaldas de flores llovieron de los cielos, pues la humanidad tenía ahora esperanza en la liberación del ciclo sin fin del sufrimiento, el nacimiento y la muerte.
De nuevo Mara vino a tentarle. Suplicó al recién iluminado Buda que disfrutara de su propia iluminación en los reinos celestiales del nirvana (literalmente, «inhalación» o «soplo»; la extinción del ser), lejos de la tediosa tarea de la predicación. Venciendo los temores de que nadie entendería sus enseñanzas se encaminó a difundir su Noble Óctuple Senda.