Los budistas, jainistas e hindúes indios contemplan la tierra de India como algo sagrado. En un país en el que se dice que hay 330 millones de dioses y diosas, la divinidad puede ser alcanzada también por los seres humanos.
La profusión de dioses y creencias revela de hecho el eclecticismo y la tolerancia de India. Quizá porque no son monoteístas, sino que admiten muchos dioses, las religiones indias no condenan a los extraños como a enemigos de la fe; más bien tratan de unirse a cualquier esfuerzo humano para conocer y reverenciar a lo divino.
Tras la filosofía india subyace la creencia de que este mundo está lleno de dolor y falsedad, en el que se oculta la realidad sin nombre de la divinidad trascendente. Unida al reconocimiento común de la autoridad de los Vedas, esta creencia contribuye mucho a unir las muchas sectas en todo el mundo hindú.