Indra, armado con espadas, a lomos de su elefante blanco Airavata, que va ataviado como un elefante de templo del sur de la India. Detalle de un cuadro del siglo XIX (derecha).
Muchos de los títulos de Indra aluden a su rasgo más destacado, la fuerza: shakra («poderoso»). Tan frecuente que aparece como otro de sus nombres.
Shachivat («que posee fuerza»)Shachipati («señor de la fuerza»). Se interpretó posteriormente como «esposo de Shachi», con lo que se le reconocía una consorte.
shatakratu («que tiene cien poderes»). También se volvió a interpretar: «que celebra cien sacrificios». A Indra se le llama asimismo «el de los mil ojos», en principio por su omnisciencia. Con el declinar de su estima, en algunos relatos posteriores se da a entender que Gautama no maldijo a Indra por su adulterio con Ahalya con la pérdida de sus testículos sino con la aparición de genitales femeninos en todo el cuerpo, que después se transformarían en ojos.
Indra fue la deidad más popular entre los poetas de la primera colección de himnos védicos y también la más conocida, el Rigveda. Se le invoca en una cuarta parte de los himnos. Es el dios que domina la región intermedia, la atmósfera, y aparece con rasgos más antropomórficos que la mayoría de las divinidades. Tiene un cuerpo enorme y fuerte, brazos poderosos para empuñar sus armas, el pelo leonado, el vientre distendido por el embriagador soma y, por encima de todo, es el guerrero más destacado del panteón védico.
Jefe de los dioses, los dirige en su lucha contra los Asuras y en él se centran los mitos a los que se hace alusión en los himnos védicos. Nacido del Cielo y la Tierra (a los que separa para siempre) despliega su característica energía desde el principio. Los relatos sobre su nacimiento y sus hazañas juveniles hablan de su rivalidad con una deidad más misteriosa, Varuna, que debió ser jefe de los dioses y gradualmente dejó su lugar a Indra. Mientras que Varuna representa los aspectos estáticos y jurídicos de la soberanía (simbolizados en su función de guardián del rta u orden cósmico), Indra representa de una forma más inmediata el poder sobre el que descansa la jefatura. El principal mito sobre Indra cuenta su lucha contra la serpiente Vritra, pero también se enfrenta a muchas otras fuerzas hostiles y ayuda a los arios en sus batallas sobre la tierra. En algunos casos aparece como destructor de poderes hostiles en general, expulsando a los Asuras o fulminando a los rakshas (poderes maléficos menores) con su rayo. Al vencer a Vritra, Indra dotó de forma a lo informe, el caos, y activó el proceso de diferenciación y evolución. Al matar a la serpiente, separó la tierra del agua, las regiones superiores de las inferiores, e hizo que saliera el sol en un acto de creación que se repite todas las mañanas, episodio que le hizo acreedor al título de vencedor de toda resistencia. Sin embargo, en una versión sacerdotal del mito de Vritra, Indra derroca a Vala con un himno o por otros medios rituales.
Por su excesivo consumo de soma, bebida euforizante, Indra tiene mucho en común con el guerrero ario, pendenciero y bebedor, que lo convirtió en su héroe. Extraído de una planta cuyo nombre sigue siendo tema de combate, el soma constituía un elemento fundamental de los rituales de los sacrificios védicos. Después de beberlo, el vientre de Indra es como un lago, se hincha hasta adquirir un tamaño portentoso y llena los dos mundos, el Cielo y la Tierra. Su zumo le confiere poderes para hacer que salga el sol y para realizar sus grandes hazañas.
En los Vedas se aprecia una aprobación implícita cuando Indra vence a Vritra, pero en el hinduismo posterior se atribuye menos valor al papel del dios como parangón de la ética bélica. Se considera a Vritra un brahmán (matarle constituye un crimen nefando) y, por tanto, Indra debe expiar su pecado. Mata a Namuci soslayando los términos del pacto de no agresión que habían firmado, disimulando su rayo (vajra), o más bien transformándolo al envolverlo en espuma. A otra de sus víctimas, Trishiras («Tricéfalo») se la considera hermanastro suyo. Seduce a Ahalya, esposa del sabio Gautama, y éste le maldice. El asesinato de parientes, la violación de pactos y el adulterio se convierten en tema de los Puranas -Indra como pecador triple- y en consecuencia pierde su brillo, su fuerza y su belleza.
En el período clásico, Indra pasó a ser dios de la lluvia. En algunas versiones del mito del batir del océano, uno de los tesoros que brotan es Surabhi, la vaca de la abundancia, madre del ganado común y corriente. En el Mahabharata se dice que un día fue a ver a Indra angustiada porque unos campesinos habían maltratado a un hijo suyo, un toro. Indra le preguntó por qué se preocupaba por un solo hijo entre tantos millares, y como Surabhi insistiera, Indra se puso a llover sobre el lugar de los hechos con tal fuerza que tuvieron que dejar de arar. Así se vincula al dios guerrero con la agricultura y los rayos de Indra se convierten en guía de la lluvia, produciéndose otra domesticación de sus antiguos atributos marciales.
En la mitología india clásica, Indra sufre frecuentes humillaciones a manos de dioses más jóvenes. Tras haber convencido a su pueblo de que deje de adorar a Indra, Krisna levantó el monte Govardhana para proteger a los suyos de las lluvias de Indra. Después, Indra, provisto de arco y flechas, ataca a Krisna montado sobre Garuda.