La palabra "jainismo" procede del sánscrito jina, que significa "conquistador", un epíteto dado a los veinticuatro Tirthankaras o "Vadeadores" que, por medio de la austeridad, conquistaron sus mentes, pasiones y cuerpos para alcanzar la liberación del ciclo sin fin de la reencarnación. El jainismo sigue siendo la que más ascetismo exige de todas las religiones indias. Su fin no es la glorificación de un dios absoluto, sino el logro de la perfección personal por medio del abandono gradual del mundo material. El fundamento de la religión jainista es la creencia en una forma extrema de ahimsa (no violencia), que exige que ningún ser vivo sea dañado, ya que, en palabras de un lema jainista, "todas las criaturas vivientes han de ayudarse unas a otras".
Mahavira, el último de los veinticuatro Vadeadores, fue el inás grande de los ascetas jainistas. A partir del momento de su renuncia, vivió desnudo y se dice que no se preocupaba por dormir, limpiarse, comer o beber agua. Imitando su vida y por medio de la erradicación de todos los lazos con el mundo material, los monjes y monjas jainistas esperan seguirle hasta conseguir la liberación. Las escrituras jainistas enumeran diez razones para la renuncia que van desde la ira hasta el recuerdo de los nacimientos ánteriores que conducen a los hombres y las mujeres a entrar en la iniciación (diksha) al ascetismo.
La parte más conocida de la iniciación es la ceremonia en la que el que se va a iniciar se arranca el pelo para simbolizar austeridad y abjurar de la sexualidad. Aunque las escrituras jainistas describen ceremonias en las que monjes desnudos se arrancaban el pelo a puñados, muchos iniciados se afeitan hoy día la cabeza antes del ritual, dejando pequeños mechones que son más fáciles de extraer. Tras unirse ritualmente a una orden jainista, el asceta hace cinco «grandes votos» (mahavratas) y promete hacer buen uso de ellos. El primero de los votos es la no violencia total. El asceta jura no matar nunca ningún tipo de forma de vida y rechazar y arrepentirse de cualquier acto de violencia.
La no violencia jainista gobierna todos los aspectos de la vida diaria. El asceta tiene que tener mucho cuidado al andar por si daña alguna forma de vida que haya bajo sus pies. Cualquier frase que incite o sugiera violencia debe ser evitada, al igual que cualquier tendencia violenta de los pensamientos del asceta. Toda la comida y bebida han de ser inspeccionadas por si se ingiriera alguna forma de vida y hay que tener cuidado, cuando se deja en el suelo el cuenco de las limosnas, de no dañar a ninguna criatura. El asceta lleva un cepillo para barrer a los insectos de su camino, y una mascarilla para evitar respirar pequeños organismos. Los ascetas jainistas no preparan comida, y sólo pueden beber agua que antes haya sido filtrada.