El universo hindú está dividido en tres grandes niveles. Los niveles superiores son la morada de los devas, seres divinos dotados de poderes sobrenaturales. Los niveles medios son los terrenales, dominio de los humanos, mientras que los niveles inferiores pertenecen a los asuras, demonios que tienen poderes ocultos. Los devas y los asuras se hallan constantemente en guerra. Vishnu protege a los devas, mientras que el compasivo Shiva está de parte de los asuras.
Cuando una de las partes obtiene demasiado poder, Vishnu se encarna para restaurar el equilibrio (tal es el caso de Rama) y se producen calmas ocasionales en las tempestades de la guerra universal, como cuando los dioses y los demonios batieron el océano de leche.
En medio de esta lucha cósmica, y padeciendo, se halla la humanidad. Así pues, la vida humana mora en el corazón de la lucha entre lo bueno y lo malo. En la vida humana el alma tiene que escoger cómo comportarse y ha de combatir con sus propios demonios, reales o imaginarios, para encontrar su equilibrio interior. Con ayuda de Vishnu, el espíritu que todo lo ocupa, el alma puede elevarse por encima de lo bueno y de lo malo y percibir la divina bondad de todas las cosas en el abrazo cósmico de Dios.