El universo está lleno de los grandes espíritus, que en sánscrito se denominan devas. Cada uno de ellos es responsable de un aspecto concreto de la naturaleza, que representan en su forma personal, como Agni, dios del fuego. Otro ejemplo destacable es la diosa Ganga, espíritu del río Ganges. Es hija del Himalaya. Fue puesta en los cielos como la celestial Vía Láctea y devuelta a la tierra como penitencia del rey Bhagiratha para quedar enredada en la cabellera de Shiva. Sus devotos creen que limpia los pecados. Esta historia mística coexiste con la existencia física del río en una unión de mito y realidad que tipifica el mundo de la mitología india, en que los lazos entre lo visionario y lo material son sutiles y variables.
Los dioses tienen sus devotos y sus correspondientes festividades. Los principales dioses, como Indra, rey de los cielos, y Kartikeya, dios de la guerra, son venerados en toda la India. A nivel local se venera a los dioses de la población, como Sitala, diosa de la viruela, que protege de esta enfermedad. En cualquier caso, todos los dioses y diosas son intermediarios de las tres grandes deidades -Vishnu, Shiva y Devi-, y en última instancia del espíritu supremo.