El hinduismo agrupa las tradiciones religiosas que se desarrollaron en diversas etapas a partir de las creencias védicas que llevaron a la India los arios. Al principio se ofrecían sacrificios de animales, que después se sustituyeron por ofrendas vegetales; las deidades femeninas adquirieron más importancia y el culto se popularizó. Se considera dios supremo a Visnú o Siva, y la transmigración es un concepto característico: el continuo renacer en una sucesión de vidas hasta que se alcanza la liberación final mediante el conocimiento, la acción o la devoción.
El budismo surgió en los siglos VI-V a. C. al noroeste de la India, en una época de creciente descontento por el dominio de la ortodoxia de los sacrificios. Siddharta Gautama, el Buda («el Iluminado») proponía un enfoque pragmático de la búsqueda de la liberación del ciclo de reencarnaciones. Sostenía que los problemas de la humanidad derivaban de los deseos y de la creencia en un alma eterna. Su mensaje del Sendero de Ocho Derivaciones que lleva al nirvana se extendió por las rutas comerciales de la India y pasó a través de Asia central hasta la China y el Japón en la forma mahayana, mientras que la modalidad theravada se estableció en Sri Lanka y Birmania.
El jainismo considera a Mahavira, el Jaina («Conquistador»), coetáneo del Buda, su último gran maestro. Predicó una religión muy austera que, entre otras cosas, resaltaba la presencia de almas vivas en una gama muy amplia de seres y el deber de evitar despojarles de la vida (el concepto de ahimsa).