Shiva manifiesta la parte oscura de la divinidad, el poder de la muerte y de la destrucción; se irrita con facilidad y puede ser una figura temible, rodeada de fantasmas y trasgos. Pero Shiva también es fácil de complacer y agradable con sus devotos, y muestra especial favor por los elementos caprichosos del universo, conocidos como asuras ("impíos"), y por los que están reñidos con el mundo.
Lleva un tamborcillo que acompaña su danza de destrucción y lo transporta el toro Nandi. Sobre su cabeza hay una luna creciente y un símbolo de las aguas que bajan por el Ganges, que él recoge en su cabello para evitar que las montañas sean aplastadas por su peso.