Las dos grandes deidades que surgen de los mitos primitivos son Vishnu y Shiva, dioses respectivamente del perdurar y de la destrucción. Ambos tienen ardientes devotos que los honran como deidades supremas, con sus tradiciones de culto y de aprendizaje independientes.
Vishnu es el fondo en que acaece la existencia, que entra en el universo como Narayana, "el que yace en las aguas de la vida". Duerme en la base del universo bajo el cuidado de la diosa Lakshmi. Cuando el equilibrio del universo se altera, Vishnu entra en el mundo humano para restaurar las verdaderas enseñanzas religiosas y favorecer la rectitud. Se le presenta como bondadoso y paciente; sus símbolos son la flor de loto y la concha, objetos con los que bendice lo bueno, mientras que el garrote y el disco los utiliza para someter al malo.
Su función de mantener el equilibrio queda bien ilustrada en la historia de Kurma, encarnación de la tortuga, en que ayuda tanto a los demonios como a los dioses, si bien finalmente se pone de parte de estos últimos. Su papel como profesor es ejemplificado por Krishna, que enseñó el Bhagavad Gita (véase La canción de Krishna). Bajo la forma de la encarnación del pez, Matsya, restableció las enseñanzas védicas, que se habían perdido durante la gran inundación, instruyendo al rey Satyavrata.