Creación y orígenes del mundo

El enigma de la existencia del mundo constituye un problema central en todas las mitologías. En algunos casos se describe el inicio de las cosas como un vacío absoluto o como una extensión ilimitada de agua, un yermo indiferenciado revestido de oscuridad, idea común a los relatos míticos de Oriente Medio, los khoisan del sur de África y numerosas tradiciones de Norteamérica y el sureste asiático; pero la imagen de la creación más repetida representa el universo primigenio en forma de huevo, en cuyo interior se encuentra la potencialidad de todas las cosas, protegida por la cáscara envolvente.

Por lo general, se produce una acción que desencadena un proceso de transformación y desarrollo. Según los dogones del África occidental, Amma, el dios creador, provocó una vibración que hizo estallar los confines del huevo cósmico y liberó a las divinidades opuestas del orden y el caos. Según los cheyenes norteamericanos, la humilde focha rescató con su pico un poco de barro de la infinita extensión de agua y el Todo Espíritu lo convirtió en tierra seca. En las islas del sureste asiático se cuenta una historia semejante sobre un ave servicial, la golondrina, que contribuyó a la formación de la tierra, y en la mitología egipcia, el acto primordial de la creación consistió en la aparición de un montículo de tierra que surgió de un abismo acuoso llamado Nun.

La intención divina

Antes de que el universo cobrara vida ya existía en la mente de Amma (Dios), divinidad creadora suprema, según los dogones del África occidental. Este pueblo atribuye la aparición de todas las cosas a la voluntad divina, algo que también se desprende del mito hindú de Brahma, quien imagina el inundo en su meditación y cuyos pensamientos divinos adquieren forma material.

La idea de Dios como artista supremo aparece en todo el continente africano.

Los tiv del norte de Nigeria, por ejemplo, conocidos por su artesanía en madera, conciben a Dios como el Carpintero, que «talló» el mundo según su propia visión de un lugar perfecto.

Otros mitos son menos explícitos, y de algunos parece desprenderse que el universo surgió por pura casualidad. En los mitos nórdicos de la creación cobró vida gracias a la mezcla fortuita de dos elementos opuestos, el fuego y el hielo, en el interior del gran abismo del caos denominado Ginnungagap.