En las mitologías del mundo entero aparecen seres de dimensiones cósmicas. Por lo general, ciertas aves simbolizan el mundo superior de los espíritus, mientras que unas serpientes enormes representan la energía caótica que contiene el infierno. En Norteamérica, el terrible Pájaro-Trueno que, según se cuenta en el noroeste, posee un tamaño suficiente como para capturar ballenas, entabla continuas batallas con las serpientes que habitan en las aguas por el dominio de la tierra.
También en Norteamérica está muy extendida la idea de una tortuga gigantesca que lleva el mundo a sus espaldas, en sí misma imagen del universo tripartito: la concha superior representa el cielo, la inferior el infierno y el cuerpo el terreno intermedio de la tierra. Se observa esta misma imagen, a veces en forma de tortuga, en el sureste asiático y China.
Un motivo muy semejante al del Pájaro-Trueno en lucha contra las serpientes de las aguas impregna la mitología del sur de África. En este caso, el fabuloso Pájaro-Relámpago es dueño y señor del cielo, papel que desempeña en el inframundo acuoso la serpiente cósmica, conocida en el África central y en Australia como la Serpiente del Arco Iris.
Una escultura de piedra que representa una poderosa ave de presa con una serpiente enroscada a sus pies preside la ciudadela del Gran Zimbabwe, motivo que encontramos asimismo en el arte de los yorubas del África occidental. También presenta otro ejemplo la mitología del antiguo Egipto, en la constante batalla del sol contra Apep, la serpiente del caos, en el transcurso del viaje nocturno del astro.