Según las creencias celtas, el mundo de los vivos está más próximo al de los muertos durante las horas de oscuridad. Una persona nacida por la noche podía ver fantasmas, y en la Irlanda rural, quien se aventurase a salir de casa por la noche se arriesgaba a ver «gente pequeña», entre la que podía encontrar a sus familiares difuntos.
Los muertos pueden molestar a los vivos en determinadas épocas del año. Tradicionalmente, en la celebración de la víspera de Todos los Santos, unos muchachos con la cara ennegrecida personifican a los espíritus de los muertos y piden regalos.
Los budistas chinos celebran la fiesta de las almas errantes, destinada a aliviar los sufrimientos de los difuntos sin reposo.