Nuestro conocimiento de los mitos tribales procede sobre todo de viajeros, administradores coloniales y, desde época más reciente, de los trabajos de campo realizados por los antropólogos. En algunos pueblos tribales han surgido escritores que han creado antiguas historias para los lectores occidentales, pero hemos de fiarnos de lo que estos autores quieran contarnos.
Las civilizaciones de la antigüedad nos han dejado un legado de escritos que testimonian su herencia mitológica; pero también en este caso nos enfrentamos con los resultados finales de un largo proceso de selección y ordenación de unos relatos en principio orales.
Los textos antiguos plantean a los arqueólogos tremendos problemas de interpretación. Se comprendieron los jeroglíficos del antiguo Egipto después de 1799, gracias al descubrimiento, cerca de Alejandría, de la piedra Rosetta, trilingüe. Sin tal avance, los tesoros de la tumba de Tutankamón, hallada en 1922, no hubieran tenido tanta importancia para el entendimiento del pensamiento egipcio. El desciframiento de la escritura lineal B, en los años 50, permitió acceder a los mitos de la cultura micénica de Creta, pero aún no se ha descifrado la escritura de la civilización del valle del Indo, en la India y el Pakistán actuales.