Sin embargo, todas las divinidades egipcias quedaron relegadas a un segundo término al aparecer, durante la dinastía de los Lágidas. el culto de Serapis. dios equivalente, según las opiniones más autorizadas, a Osíris-Apis, o, mejor, a Apis muerto y adorado en Menfis y en una capillita erigida entre las rocas de la costa.
Desde entonces Serapis sumó todos los atributos deicos; a Serapis se le rindieron, sumados, todos los honores. Serapis quedó asimilado con Amman, con Knef, con Zeus, con Aplo, ya que desde el reinado de Ptolomeo I todo el afán de los egipcios fue identificar sus divinidades con las de los griegos.
Serapis formaba triada con Isis y con Horo. El culto de Serapis se exendió por Asia, Tracia, Grecia e Italia. Solamente en Egipto tuvo, según declara el orador Arístides—siglo II de la era cristiana—, cuarenta y tres magníficos templos.
Sus principales atributos eran la tiara cilíndrica, las flores de loto, los signos del Zodíaco y una serpiente en espiral que rodeaba su cuerno. Su semblante tenía mucha semejanza con el de Zeus Olímpico.