En la mitología egipcia, los encuentros entre deidades y seres humanos son relativamente raros. El siguiente relato, fechado a finales del II milenio a. C, trata de dos hermanos que despiertan el interés de los dioses. Sin embargo, los dos hombres tienen nombre de dios: Anubis (el dios-chacal) y Bata (un dios-toro que era un aspecto de Set). Esta historia refleja muchos otros mitos.
Bata, que poseía una fuerza excepcional y entendía el lenguaje de los animales, vivía con su hermano mayor, Anubis, a quien ayudaba a labrar la tierra y a cuidar el ganado. Un día, mientras araban, se les acabó la semilla y Anubis envió a Bata a casa para que cogiera más. Bata encontró a la mujer de Anubis sentada en el suelo, trenzándose el cabello, y le pidió que abriera la despensa y le diera simiente. La mujer le contestó que la cogiera él, porque estaba ocupada.
Bata salió de la despensa con dos sacos de cebada y tres de trigo, y al ver lo fuerte y guapo que era su cuñado, la esposa de Anubis intentó seducirlo. Bata lo rechazó y se dirigió a los campos, enfadado. Temerosa de que Bata le contase a su hermano el intento de seducción, la mujer se frotó la piel con grasa para que pareciera que tenía señales y se acostó, simulando que estaba enferma. Cuando regresó su marido, le dijo que Bata había intentado violarla y que la había golpeado ante su resistencia. Anubis, enfurecido, afiló una lanza para matar a su hermano. Una vaca avisó a Bata del peligro y éste rezó al dios del sol, que puso un río lleno de cocodrilos entre los dos hermanos. Bata defendió su inocencia desde la otra orilla y se castró; Anubis le creyó y mató a su mujer.
Bata se fue a vivir al valle del Pino, en Siria. Ocultó su corazón en la copa del pino y se construyó una mansión. Un día, fue a verle todos los dioses de la Eneada, que se apiadó de su soledad, y Ra ordenó a Khnum que hiciera una esposa para Bata. Era una mujer de divina belleza, pero las siete diosas que pronunciaban el destino de una persona predijeron que moriría asesinada.
Bata estaba encantado con su esposa y la aconsejó que no abandonase la casa mientras él estuviera de caza porque el mar podía raptarla. La mujer le desobedeció y el mar estuvo a punto de apoderarse de ella: le arrancó un mechón de cabello y lo llevó a Egipto, donde lo encontraron los lavanderos del faraón. Se lo presentaron al monarca, que quedó cautivado por su belleza y fragancia y envió emisarios a todas las tierras extranjeras en busca de su propietaria. Bata mató a casi todos los que llegaron a su valle, pero uno escapó y contó dónde estaba la mujer. El faraón envió soldados y a una anciana, que tentó a la mujer de Bata con joyas. Esta desveló el secreto del corazón de Bata y los soldados derribaron el pino. Bata murió y su mujer fue la favorita del faraón.
Anubis fue al valle y vio el pino cortado y a su hermano muerto. Buscó durante cuatro años basta encontrar el corazón marchito de su hermano, que depositó en un cuenco con agua. Bata recobró la vida, se transformó en un magnífico toro y le pidió a Anubis que lo llevara como regalo al faraón. En la corte, le dijo a la reina quién era, y a la siguiente vez que el faraón estaba deleitándose con ella, la mujer le pidió a su esposo que le concediese un deseo. El faraón accedió, y la mujer dijo que quería comer el hígado del toro. El faraón se enfadó, pero el toro fue sacrificado y entregaron su hígado a la reina. Mientras el animal agonizaba, dos gotas de su sangre cayeron junto a las puertas del palacio y se convirtieron en dos hermosas perseas. Al faraón le gustaron, pero la reina sabía que los árboles eran Bata y pidió que le hicieran unos muebles con la madera. Mientras los derribaban, se tragó sin querer una espina y se quedó embarazada. Tuvo un hijo que, tras la muerte del faraón, anunció que era Bata y contó su historia. Ordenó la ejecución de la reina, reinó treinta años y le sucedió Anubis.