Para el egipcio medio, Isis era la deidad más importante de su panteón. Era la personificación de todo lo que significaba la vida humana y de todo cuanto estaba gobernado por ella. Era la "Gran Madre", la constante esposa amante, la "Reina del Cielo" (advocación compartida con la Virgen María en el cristianismo) y fiel protectora de la familia y los valores familiares.
Se la solía representar como una madre sentada amamantando a su hijito Horus en el regazo. La iconografía es muy similar a la de María y el Niño Jesús, y ello dio pie a numerosas diatribas religiosas entre los antiguos Padres de la Iglesia cristianos. Su principal templo se encontraba en la isla de Filas, cerca de Asuán.
Su culto pervivió aun después de la caída de la civilización egipcia y de hecho se conocen templos consagrados a ella de época romana y en lugares remotos del imperio, incluso en el Londres romano.