LA CREACIÓN: ESNA

En Esna, el templo estaba dedicado al dios con cabeza de carnero Jnum. Se pensaba que había sido él quien formó al hombre en su rueda de alfarero, si bien por duplicado, ya que cada cual contaba con un ka, un doble. Éste era el espíritu que permanecía cerca de a tumba del difunto, mientras que su ba, su alma, con la forma de un ave con cabeza de ser humano, al morir volaba al otro mundo.

La versión más completa de la creación está esculpida en los muros del templo de Esna y cuenta sobre una diosa llamada Neith, relacionada con la ciudad de Sais en el Delta, que surgió antes incluso que el túmulo primordial que emergió de las Aguas de Nun para crear el mundo.

Mientras que para una mente religiosa moderna cuatro versiones básicas de la historia de la creación serían motivo de inquietud e in certidumbre, a los antiguos egipcios no les planteaba ningún problema.

Cada leyenda sobre la creación tenía sus precedentes en su lugar apropiado, aunque era la versión de Heliópolis la que ocupaba una posición prominente a causa de su relación con el sol y el jefe de los dioses, Ra, que más tarde se asimiló a Amón de Tebas para convertirse en el gran dios Amón-Ra.