En un texto de uno de los sepulcros dorados de la tumba de Tutankamón (que reinó entre h. 1336a.C. y 1327 a. C), que aparece asimismo en los muros de enterramientos reales de época posterior, se habla de una época en la que Ra, dios del sol creador, vivía en la tierra como soberano de dioses y hombres.
Cuando el dios del sol empezó a envejecer, los seres humanos decidieron conspirar contra él. Al verlo, Ra llamó a su divino ojo, bajo la forma de la diosa Hathor, así como a Shu, Tefnut, Geb, Nut y los ocho dioses primordiales de la Ogdoada. Ra pidió consejo a Nun, el mayor de los ocho dioses, sobre lo que debía hacer con los rebeldes. Nun y los demás dioses le aconsejaron que enviara a su ojo divino a destruir la humanidad. Ra accedió, y la diosa del ojo cambió la forma de Hathor por la de Sekhmet, la leona rugiente, que mató a varias personas y caminó por entre su sangre.
Ra decidió salvar al resto de la humanidad. Con el fin de distraer a Sekhmet de su orgía asesina, ordenó al sumo sacerdote de su templo de Heliópolis que hiciera 7.000 jarras de cerveza y la tiñera de rojo. Cuando lo hubo hecho, vertieron la cerveza en el suelo para que pareciera un lago de sangre. La diosa del ojo vio el lago y su reflejo en él. Bebió la cerveza y se emborrachó de tal modo que se olvidó de matar al resto de la humanidad. Abandonó la forma de la fiera Sekhmet y se transformó de nuevo en la hermosa Hathor, pero, aunque la humanidad se libró de las iras de la leona, surgieron la peste y la muerte.
Ra estaba tan triste que anhelaba poner fin a la creación y regresar al abismo acuoso. Nun ordenó a Shu y a Nut que le ayudaran a proteger al dios del sol. La diosa del cielo se convirtió en vaca y llevó a Ra al firmamento, donde el dios creó las estrellas y los campos del paraíso. Nut se tambaleó al estar tan arriba, pero Shu y los ocho dioses Heh la sujetaron.
Todos los días, el dios del sol atravesaba el cielo y cada noche entraba en los infiernos. Al hacerlo, la oscuridad de la noche aterrorizaba a la humanidad, y Ra decidió crear la luna para que iluminase el cielo durante su ausencia y nombró su delegado a Thot, dios de la luna. Ra advirtió al dios de la tierra, Geb, sobre los poderes mágicos de las serpientes del caos y eligió a Osiris para que reinara sobre la humanidad.
Los egipcios creían que este cosmos no duraría eternamente. Llegaría un momento en el que el creador se sentiría tan triste que él y todas sus obras se disolverían en el caos y entonces volvería a comenzar el ciclo de la creación.