El mito del origen divino de los faraones podía entretejerse con el relato de un acontecimiento histórico real.
La siguiente narración, procedente de un papiro, cuenta cómo nacieron y sobrevivieron los tres primeros faraones de la V dinastía.
Rudjedet, esposa de un sacerdote, quedó embarazada de trillizos del dios Ra, señor de Sakhebu (cerca de Letópolis). Al enterarse, el faraón de la IV dinastía, Khufu (también conocido como Keops), que construyó la Gran Pirámide, quiso intervenir, pero no pudo llegar a casa de Rudjedet.
Ra envió a Isis y Neftis, así como a Meskhent, Heket (dos diosas del parto) y Khnum, a proteger a Rudjedet de Khufu.
Llegaron disfrazadas de músicas, asistieron al parto, dieron nombre a los tres niños y se marcharon, dejando tres coronas reales ocultas en un saco de cebada como símbolo de realeza. Cuando fueron a coger la cebada, oyeron el sonido de las celebraciones en honor de los reyes y comprendieron que los trillizos estaban destinados a ocupar el trono.
Más adelante, Rudjedet discutió con su criada, quien en venganza intentó delatarla a Khufu, pero la devoraron unos cocodrilos -animales que servían como agentes del castigo divino-, gracias a cuya intervención los niños se salvaron y sucedieron a Khufu.