En África existen numerosas versiones de un relato que cuenta que el Gran Dios creó en un principio seres humanos sin órganos sexuales.
Vivieron felizmente durante algún tiempo, pero de pronto se sintieron a disgusto y le pidieron a la deidad que les enviara gente distinta.
El Gran Dios envió los órganos sexuales femeninos y masculinos, que deambulaban como personas, solos.
Un día, las primeras personas decidieron distribuirse entre dos campos para realizar mejor las tareas cotidianas e invitaron a los órganos sexuales a entrar en uno u otro campo.
Los masculinos se acoplaron a los habitantes de un campo y los femeninos a los del otro. Entonces los dos grupos se convirtieron en hombres y mujeres, comprendieron que eran distintos y desde aquel momento ha habido división y conflictos entre ambos.