El simbolismo de un personaje que es mitad animal y mitad hombre (lamba: Zambia) muestra el movimiento de un ser humano de una identidad a otra, mientras se desplaza de la parte peor de él mismo a la potencialmente mejor.
Es de esta manera como el niño-león y el niño-vaca se trasladan de un mundo animal en el que impera la ley de la fuerza.
Los dos niños ambiguos -parte animal, parte humana-abandonan el mundo anima] para dirigirse al humano, donde enderezan las cosas destruyendo a ocho ancianos que impiden el acceso de las personas al agua de vida, pasando por último al reino celestial.
Luego, uno de ellos adopta el papel del mismo Dios, lo que sugiere que al haber abandonado su naturaleza animal, se acerca a la divinidad.