La mitología americana se destaca principalmente en dos países: México y Perú. Aunque la de los restantes aporta también un contenido riquísimo en tradiciones.
Las antiguas tradiciones tzendales en México conservan el nombre y los hechos de un personaje fabuloso: Votan, tenido como un dios, hombre extraordinario que sacó a los indígenas de la barbarie y les dió las primeras leyes y les enseñó los rudimentos de todas las artes. Votan fue reverenciado con los nombres de Gucumatz, Kukulcan y Quetzalcoatl, nombres que significan serpiente emplumada o serpiente adornada con plumas de Quetzal. La idea de la unidad de Dios no prevaleció mucho tiempo entre las gentes americanas. Los nombres dados a aquella divinidad suprema por los distintos indígenas de la América septentrional (México) y central prueban la alta idea que de ella tuvieron, En México se le llamó Ipalnesnoaloni, «aquel en quien y por quien somos y vivimos»; en el Yucatán, Hunab-Ku, «sólo santo»; en Guatemala, flurakan, «la voz que grita o el corazón del cielo»
La mitología americana, como las de Grecia y Roma, reconoce diferentes clases o categorías de dioses. Unos, deidades celestes o espíritus superiores a los hombres. Son increados y creadores; otros. deidades creadas, y, por ende, inferiores, y otros, por último, dioses humanos o héroes a quienes después de muertas se concedían en premio a sus hazañas los honores de la adoración y del culto. Entre los dioses mayores, increados y creadores, de los mexicanos estaban: Ometecuhtli o Citlalatonac y Omeci Huatel o Citlalicue, varón y hembra; «el astro resplandeciente», aquél, y «el ropaje del astro», ésta. Vivían en el onceavo cielo, cuidaban del gobierno del mundo, ordenaban las cosas criadas, atendiendo cada uno a lo referente a su propio sexo. Téotl era el dios supremo de los aztecas, repartidor de los bienes y administrador de la justicia; por debajo de él había hasta trece divinidades principales y más de doscientas inferiores. que presidían a los elementos, al tiempo y a los diversos destinos humanos.
Después de Téoti ocupaba el primer rango Tezcatlipoca. «el alma del mundo», dios hermoso y perpetuamente joven, al que, cada año, se le sacrificaba un hermoso mancebo.
Quetzalcoatl, dios del aire, deidad bienhechora que enseñó a los hombres el uso de los metales, la agricultura y el ingenio de gobierno;
Ixcuina, diosa del amor y del placer, la Venus mejicana, a la que se la suponían cuatro hermanas: Chugsti (el deseo), Teigón (la voluptuosidad), Tlaco (el goce) y Tiacapón (la satisfacción);
Llamateuchtli, diosa de la senectud;
Taxi, dios de la tierra;
Tevaikaiohona, diosa de la fertilidad.
Tlaloc, dios terrible, vengador de los crímenes y causante del hambre, de la peste y de todas las calamidades;
Huitzicopotchli, el Marte mejicano;
Xiuhtecuhtli, divinidad del fuego, el Vulcano mejicacano; Mictlanteuctli y su esposa Mictecacihuatl, jueces supremos, señores de la región de los muertos:
Tyacatecuhtli, dios de los mercaderes;
Zacatzontii y Tlacotzontli, deidades protectoras de los caminos;
Tezcatzucalt, dios del licor, el Baco mejicano.
Entre las deidades inferiores estaban:
En la mitología americana no se observa el dualismo que existe en. otras mitologías entre los dos principios del Bien y del Mal, perpetuos rivales, ya que el antagonismo. entre los creyentes de Quetzalcoatl y los devotos de Tetzcatlipoca provenía, no de oposición entre dos sistemas filosóficos, sino de mera diversidad de costumbres, prácticas ritos y aficiones.
No debe, pues, buscarse en la mitología americana un sistema de símbolo. Cada tribu tuvo su divinidad especial, al constituirse varias en nación n hicieron sino ampliar, extender organizar el culto de todas ellas, admitiendo además las de los pueblos inmediatos.