Los pueblos taíno de Haití, asociados desde hace tiempo con el culto del vudú, creían que las almas de los muertos aún caminaban sobre la tierra, sobre todo en las islas de Coiabi.
Estas almas eran conocidas como opita y se creía que eran muy poderosas; enfrentarse a una de ellas supondría la muerte segura.
Los taino de Haití también compartían la creencia en los zemís, o espíritus protectores, con otros pueblos del Caribe.