Quetzalcóatl (nombre que significa «serpiente emplumada», pero también «gemelo precioso») era una deidad importante en el panteón azteca cuyos orígenes se remontan a civilizaciones mesoamericanas anteriores. Como uno de los cuatro dioses creadores, desempeña un papel fundamental en el mito de los cinco soles, y también aparece con otras formas: las más destacadas como Ehecatl, deidad benévola del viento, del aprendizaje y las artes, como dios de los gemelos y, la más conocida, como serpiente emplumada.
La idea de la serpiente emplumada procede al menos de la civilización de Teotihuacán (siglos III-VIII), la gran ciudad de la meseta central de México. En que-11a época, probablemente se consideraba a Quetzalcóatl dios de la vegetación, estrechamente vinculado a Tlaloc, dios de la lluvia. Los toltecas (siglos IX-XII) lo concebían como dios de las Estrellas Matutina y Vespertina, y bajo esta forma le rendían culto en su principal ciudad, Tula.
Los aztecas asimilaron a Quetzalcóatl y lo veneraban como patrón de los sacerdotes, inventor del calendario y protector de los artesanos. Penetró en los infiernos (Mictlan) con su hermano gemelo, el dios con cabeza de perro Xolotl, y recogió los huesos de un hombre y una mujer que habían muerto en los cuatro cataclismo cósmicos. Al huir de la cólera del Señor de la Muerte, dejó caer los huesos, que se hicieron pedazos. Recogió los trozos y se los llevó a la diosa de la tierra, Cihuacóatl (Mujer Serpiente), que los machacó e hizo harina. Quetzalcóatl la salpicó con sangre de su pene y así fue recreada la raza humana.
Resulta difícil separar al Quetzalcóatl mítico de un rey-sacerdote tolteca real, Topiltzin-Quetzalcóatl, también asociado con la serpiente emplumada, confusión que aparece en el relato de la rivalidad con Tezcatlipoca, dios de la noche y del norte.
Mientras que Quetzalcóatl exigía a sus súbditos sacrificios pacíficos (ofrendas de aves, jade, serpientes, mariposas), Tezcatlipoca impuso rituales más sangrientos y se produjo un enfrentamiento entre ambos, a consecuencia del cual Quetzalcóatl fue expulsado de Tula en el año 987. Viajó con su séquito al golfo de México, se auto inmoló en una pira y renació como el planeta Venus.
En otra versión, Quetzalcóatl embarcó en una balsa de serpientes y desapareció por el horizonte oriental. Según una profecía, regresaría algún día, y esta creencia fue explotada por Hernán Cortés, a quien el rey azteca Moctezuma creyó Quetzalcóatl, que había vuelto para tomar posesión de su reino, cuando el conquistador desembarcó en México en 1519.
En el mito de la serpiente emplumada, Quetzalcóatl baja al «agua divina» (el golfo de México), ayuna durante cuatro días y se engalana con sus mejores ropas. Después, mientras se autoinmola en la pira funeraria, surgen aves de las llamas, su corazón asciende al cielo y se convierte en Venus, la estrella matutina. Como tal, el dios simboliza la muerte y la resurrección.