Los orígenes de nativos en norteamérica se pueden seguir hasta unos 60.000 años atrás, cuando un gran número de gente comenzó a desplazarse desde las llanuras cálidas de Asia central hacia Siberia en el nordeste. No pararon ahí, cruzaron la península de Chukotka hasta llegar a América, ya que en esa época había un puente de tierra o de hielo que conectaba Chukotka con lo que ahora es Alaska.
Eran cazadores y recolectores, vivían en el límite de las manadas de ganado.
Desde Alaska, muchas generaciones fueron bajando por el río Columbia hasta llegar a las regiones más cálidas del sur, cruzando también las Rocosas. Se encontraron con pueblos extraños, lucharon contra algunos de ellos y se unieron a otros. Siguieron a los bisontes y los búfalos a través de las llanuras, por el este hasta el Atlántico y por el sur hasta la Sierra Madre Oriental, las llanuras mexicanas, las selvas lluviosas y las junglas del Yucatán. Se asentaron y se volvieron a desplazar, aprendieron a usar el arco y la bola, a astillar el pedernal, a tejer cestas y a hacer vasijas de arcilla.
Llegaron tan lejos que en la actualidad aún hay ligeras similitudes de lenguaje, cultura y aspecto físico entre los indios de Perú y Bolivia y los inuit de Siberia y Alaska, entre los hurones e iroqueses del estado de Nueva York con los chukchi y koryak del nordeste de Siberia.
Había tantas tribus como "estrellas en el cielo" y hablaban como mínimo unas 3.000 lenguas distintas. Pero siempre se hallaban bajo la presión de cambiar de lugar. Un punto crucial fue la llegada en 1492 de Cristóbal Colón al Nuevo Mundo. Creyendo que había llegado a la India, los llamó equivocadamente "indios"; los ingleses perpetuaron el error con su término "indians"; los franceses introdujeron el término "peaux rouges", pieles rojas.
En los cuatro siglos siguientes, de 1492 a 1890, los nativos americanos vieron cómo invadían sus tierras y durante esos siglos se destruyó gran parte de su cultura y civilización.
La tradición oral nativa no distingue fácilmente entre mitos y otras formas de relatos. Las mismas personas acostumbrar a usar términos como "historias", que pueden ser "historias verdaderas", sobre el mundo presente, e "historias míticas" que describen hechos sucedidos en tiempos arcaicos, antes de que aparecieran los seres humanos.
Debido a que estos pueblos carecen de escritura, sus historias no fueron plasmadas en papel hasta que el hombre blanco comenzó a registrarlas, a partir de la década de 1830. Cada poblado tenía como mínimo un anciano que conocía los cuentos y los representaba, imitando los diversos personajes con gruñidos, gritos, rugidos o gemidos.
Antes de que el gobierno de EEUU confinara a los pueblos nativos en reservas, las tribus tenían intensos contactos entre sí, lo que condujo a un intercambio de relatos, de forma que es posible encontrar las mismas historias, con variantes, en todo el continente.