ELCEDRO

Antaño las densas y exuberantes pluviseIvas de las islas y las laderas montañosas de la costa del Pacífico estaban pobladas de cedros rojos. A diferencia del recto y sobrio Douglas fir y del nudoso madroño, el cedro rojo maduro era un gigante tupido cuyo tronco compacto, cubierto por encima de la espesa maleza. La corteza de cedro cortada era una valiosa fuente de fibras con las que tejían una gran variedad dé objetos como cestas, cuerdas, esteras, capas y otras prendas de vestir.

Aunque es blanda y se trabaja sin dificultades, la madera de cedro también es muy elástica y resiste el clima húmedo y el aire salobre del mar. Los postes totémicos de cedro, primorosamente tallados, sobrevivieron a las aldeas en que se erigieron, A veces vaciaban los grandes troncos de cedro, ensanchaban la zona central mediante un proceso de vapor y estiramiento y los cincelaban para crear aerodinámicas canoas de alta mar. Las de los Laidas llegaban a medir 21 m de longitud. Los tallistas convirtieron bloques de madera en espectaculares máscaras y preciosos cuencos ceremoniales, al tiempo que reprodujeron en paneles de madera de cedro los complejos estilos pictóricos de la costa noroccidental.

La fibra del cedro es tan lisa que es muy fácil preparar planchas largas y delgadas y tablillas, ideales para la construcción de las grandes casas comunitarias que abundaban en la región. También se aprovechó la blandura y la lisura del cedro para realizar cajas de madera doblada», que se creaban arrojando vapor y modelando una plancha de cedro hasta darle la forma deseada.