El culto al oso ocupa un lugar central en los relatos de Norteamérica, sobre todo a causa de su aparente parentesco con el hombre.
El oso es el animal cuya alma más se parece a la del hombre y que es capaz de entender tanto el lenguaje de los humanos como el de otras bestias. Los micmac se creen descendientes del oso, y los chippewa llaman al oso, "viejo en abrigo de piel" o, a veces, "mujer del bosque" o "mujer de las colinas".
Los ojibwa de Canadá también ven al oso como una mujer y lo asocian con una muchacha con la regla. Cuando se acerca el momento del primer periodo, las muchachas reciben el nombre de wemukowe, literalmente "que va a convertirse en un oso", y durante su aislamiento, mukowe, "ella es un oso".
En muchos mitos, el oso es descrito como una raza con forma humana (muchas veces camina erguido y su esqueleto se parece al del hombre), pero siempre lleva sus pieles fuera de casa. Hay muchos relatos sobre una chica que es acompañada por un hermoso joven pero que descubre que él vive en un pueblo de osos. Se casa con el joven, tiene dos oseznos gemelos y regresa a su poblado, donde los gemelos se quitan los abrigos de piel y se convierten en dos chicos hermosos, con mucha suerte en la caza.