Hace mucho tiempo, cuando el mundo era joven el águila, el oso, el alce, el zorro, el coyote y todos los otros animales vivían juntos en paz y armonía. El coyote vivía en un hermoso paraje donde no tenía con quien compartir su soledad. Se encontró tan solo que decidió invitar a todos sus amigos a una gran fiesta que si salía bien, se repetiría una vez al año. Entonces se puso manos a la obra y sin parar construyó rápidos en el río, que terminaban en una cascada; sobre ella colgó un caldero; construyó una trampa para peces; y al lado de la cascada, hizo un asiento de piedra, para mirar como caían los peces en su trampa y dispuestos a ser cocinados en el caldero.
Llegado el momento, el coyote convocó a sus amigos para que fueran a su fiesta y muy pronto confirmaron su asistencia. Una vez reunidos al lado del río se quedaron impresionados por el artefacto que coyote había construido allí. Según lo previsto, todo había discurrido a la perfección, acamparon al lado de la catarata. Los salmones cayeron en la trampa que había preparado el coyote, los cocina ron en su caldero, y bailaron y se divirtieron con sus juegos. Cuando terminó la fiesta, todos los amigos se despidieron, felicitaron al anfitrión muy agradecidos y prometieron volver al año siguiente.