De acuerdo con muchas tradiciones aborígenes norteamericanas, algunas personas nunca cruzarán la imprecisa frontera que separa el mundo de los espíritus de aquel en el que moran los seres humanos. Sin embargo, los que poseen dotes especiales o una característica apreciada por el mundo espiritual no encuentran esta barrera. Algunos grupos temen al mundo de los espíritus y se esfuerzan por evitarlo; por contraposición, otros buscan activamente el contacto y los poderes que confiere, mientras que un tercer conjunto considera que el poder de los espíritus se manifiesta espontáneamente.
El poder espiritual es una fuerza misteriosa que procede de cuanto existe en la naturaleza. Los escasos grupos indios que lo describen sostienen que es inmaterial y que despide una intensa luz blanca, parecida al sol. Creen que las personas que carecen de poderes espirituales son ineficaces y débiles y que, cuando los conquistan, se tornan fuertes y hábiles.
Habitualmente sostienen que los espíritus y el poder espiritual se presentan en las visiones. Estas suelen buscarse en solitario, sobre todo entre los indios de las llanuras . Los individuos que participan en ceremonias como la danza del sol también pueden recibir la visión a través de la purificación ritual, la privación mediante el ayuno o el sufrimiento físico. En el caso de movimientos milenaristas, como el de la Danza de los Espíritus, algunas personas alcanzan la visión de otro mundo mejor que éste agotándose físicamente con los bailes. Acompañada de cantos y tamborileos, la ingestión de peyote también puede provocar visiones.
En ocasiones el poder proviene de la posesión de un objeto determinado. Por ejemplo, muchos indios de las llanuras y del suroeste consideraban que la estructura circular y revestida en cuero del escudo, realizado con la ayuda de un ser sagrado, simbolizaba el mundo y atraía la protección de los espíritus. Para acrecentar dicho poder adornaban el escudo con plumas u otros objetos sagrados o le pintaban símbolos que representaban imágenes de un sueño o visión. El proceso de fabricación propiamente dicho también influía en la capacidad protectora del escudo.
Los espíritus que no se buscaban se presentaban, casi siempre, en los sueños. Grupos como los mohaves del suroeste y los iroqueses del noreste creen que los sueños pueden canalizar el poder que emana directamente del mundo espiritual y llega al individuo. Para los menominis de la región de los Grandes Lagos, todos los sueños tenían importancia y respetaban al pie de la letra las profecías o advertencias que contenían. Por ejemplo, si soñaba a menudo que se ahogaba, el individuo escogía como talismán una pequeña canoa y la llevaba siempre consigo. Si el significado del sueño no quedaba claro, la persona recababa la interpretación de un anciano porque, al estar más cerca del final de la vida, también se encontraba más próximo al mundo de los espíritus. Todo aquel que tenía un sueño imposible de interpretar o que no soñaba se consideraba aislado del poder de los espíritus.