Existen numeroso relatos sobre la liberación de los los animales antes de la llegada de los humanos. La siguiente versión circula entre los navajos, que eran cazadores antes de emigrar al suroeste desde Canadá.
Antes de la creación de los seres humanos, el Pueblo Santo se reunió en el pabellón del sudor para discutir cómo localizar todos los animales de caza, que habían desaparecido. En la habitación entró una misteriosa figura negra a quien nadie conocía. Dos personas santas la vieron ponerse la piel de un cuervo y emprender el vuelo.
Los reunidos urdieron una estratagema para recuperar los animales: transformar a uno de ellos en cachorro y dejar que se lo llevase el cuervo negro. El Cuervo cogió al Cachorro y lo llevó a un lugar llamado Colina del Borde, morada del Dios Negro, al que pertenecen todos los animales de caza.
El portero de la casa del Dios Negro era el puercoespín, que tenía un palo de turquesa para remover el fuego y abrir la puerta. El Cachorro le dio un puñetazo, abrió la puerta con el palo y dentro vio animales por todas partes: los había recogido el Cuervo, que era el Dios Negro disfrazado. Al ver la puerta abierta, todos los animales escaparon.
El mito continúa contando que, cuando los cuatro primeros ciervos traspasaron la puerta, el Cachorro los tocó entre las patas para crear olores, y cuando pasaron los demás animales, les rozó el hocico con el viento para sensibilizarlos a esos aromas, origen de la capacidad de las bestias para percibir la presencia de alguien lejos.