ARAÑAS
Se consideran mensajeras y son siempre una señal positiva, menos las venenosas (araña negra, tarántula, etc.), que avisan que alguien está diciendo mentiras sobre su persona.
Una niña dejó una cesta, con su hermanita dentro, colgada en una rama de árbol mientras jugaba. Un pájaro rojo se posó en la parte más alta del árbol cantando para la bebé. La niñita se sitió atraída por el pájaro y salió de la cesta para atraparlo. Cuanto más ascendía la niña, más crecía el árbol y más lejos estaba el pájaro rojo.
Cuando la niña alcanzó al pájaro era ya una mujer y había alcanzado la casa del Sol. El pájaro se convirtió en un hombre, el mismísimo Sol. Este le dijo que la había visto desde arriba y se había enamorado de ella. Decidieron casarse pero él sólo le pidió que nunca arrancara una determinada planta del huerto.
La mujer tuvo un hijo. Pasaba muchas horas sola en casa y se sentía triste sin su familia. Por curiosidad arrancó la planta que le había prohibido tocar el sol y por el hueco pudo ver a su pueblo. Su nostalgia fue tan grande que cogió a su hijo y con una cuerda se des colgó por el agujero. Comenzó a bajar pero, en ese momento, apare ció el sol que al verla se dirigió furioso hacia ella y le arrojó un anillo que cortó la cuerda, y la mujer con su niño a la espalda se precipita ron al vacío.
La mujer murió pero el niño no, pues cayó encima de la madre. El niño fue encontrado por la abuela Araña, que decidió criarle en su tienda. El niño creció y un día la abuela le dio el anillo del sol explicándole lo que había pasado. Le hizo prometer que no lo iba a tirar al aire nunca pero un día el niño lo tiró y el anillo volvió él, dividiéndole en dos personas idénticas. Los dos niños volvieron a casa de la abuela y ésta, al verlos comprendió lo que había pasado.
Los dos jóvenes andaban siempre juntos y, en cierta ocasión, tropezaron con un grupo de bandidos, por lo que se refugiaron en una cueva muy oscura. Los enemigos encendieron un fuego en la puerta para que el humo asfixiara a los dos hermanos, pero ambos pronunciaron un conjuro que les había enseñado su abuela y el humo se diluyó, pudiendo salir de la cueva cuando se marcharon los enemigos, convencidos de que habían acabado con la vida de los dos hermanos.
Tras múltiples andanzas, los gemelos encontraron a su familia y se despidieron de la abuela Araña que lloró desconsoladamente y se trasladaron a vivir al poblado de la madre. Cuentan que uno de ellos se fue a bañar al río y se convirtió en un animal acuático; el otro llegó a ser un jefe muy conocido y respetado, que cuando está preocupado por algún asunto importante se acerca a la orilla del río y mantiene conversaciones con una animal acuático que se le acerca.
Ejerce de mensajero o referencia de los humanos. Si un indio se encontraba en una encrucijada, sólo tenía que fijarse en el rastro marcado por las huellas de antílope para saber cuál era el camino correcto.