Los ojibwas saben que la ayuda humana no siempre es suficiente y que en ocasiones el pueblo necesita apelar a los seres sagrados para solucionar sus problemas. Han desarrollado muchas maneras de comunicarse con dichos seres o «abuelos», cuya presencia se considera muy real en la existencia ojibwa.
El refugio de la adivinación, conocido como «la tienda temblona», es uno de los métodos de establecer contacto directo con los abuelos. La tienda propiamente dicha es una estructura de postes, con forma de barril, de 2 m de altura. Se coloca al aire libre y se cubre con lienzos, pieles o corteza de abedul.
En el interior se practica la adivinación o los juegos de manos a fin de descubrir las causas de una enfermedad o de hallar un objeto perdido. En cuanto anochece, el prestidigitador se introduce en la tienda y convoca a los seres que son sus pawaganak o espíritus guardianes.
Puede invocar las almas de los seres vivos (que no sean humanos) y las de los muertos, cuya llegada queda de manifiesto cuando la tienda es sacudida por los espíritus que encarnan los vientos. No hay actos humanos en juego y en ocasiones el prestidigitador está atado con cuerdas.
Suenan voces espirituales que surgen de la tienda y que con frecuencia mencionan sus propios nombres o cantan; puede tratarse de animales o de personajes mitológicos muy conocidos.
En algunos casos, en ese momento los presentes hablan directamente con los seres y les piden que respondan a sus preguntas.