Según las tradiciones de los norteamericanos nativos, todo lo que el Creador ha hecho, sea o no animado, tiene espíritu. En consecuencia, todas las cosas están emparentadas y son sagradas.
Las relaciones entre la humanidad, la Madre Tierra, otros seres y los antepasados están claramente definidas. La tierra provee a los «bípedos» -el pueblo- y a las demás criaturas que el Creador depositó en ella. Por tanto, se espera que el pueblo respete la tierra.
Muchos «cuadrúpedos» -los animales- se sacrifican voluntariamente para alimentar y vestir al pueblo, razón por la cual éste está obligado a respetarlos. Los antepasados, que habitan el reino de los espíritus, dieron vida a los que actualmente están vivos que, por su parte, deben respetar a los ancestros.
Los humanos también han de respetar a sus parientes vivos y cuidarse mutuamente a fin de sobrevivir.
Este complejo sistema de respeto mutuo no sólo se manifiesta en la vida cotidiana, sino en las prácticas rituales y ceremoniales de los pueblos indios.
Cada rito y ceremonia tradicionales celebran el espíritu que une cuanto existe en la tierra y confirma las relaciones sagradas.