Muchos mitos sirven para recordar a la gente que en un pasado lejano los seres humanos y los animales no se distinguían tan claramente como en la actualidad.
Los mitos de los koryak, los chukchi y los esquimales yup'ik de Siberia, los de los esquimales inu-piaq de Alaska y de los inuit de Groenlandia y Canadá cuentan que todos los seres animados tienen una existencia dual, de modo que un animal puede convertirse a voluntad en humano y viceversa.
Todas las personas tienen el poder y la capacidad de cambiar de forma, mientras que el espíritu guardián de un animal, además de asumir la forma del animal al que protege, puede adoptar la de cualquier otro animal e incluso convertirse en un ser humano. Debido a ello, el cazador nunca puede estar completamente seguro de la verdadera naturaleza de los animales con que se encuentra, por lo que ha de aproximarse a ellos con grandes precauciones.
Además de ser un espíritu guardián, un animal puede ser el alma libre de una persona dormida, de un chamán poderoso o de alguien recientemente muerto que ha adoptado forma de animal mientras espera su renacer.
Los koryak de Siberia creían que los osos negros eran personas vestidas con piel de oso. El relato de la morsa y el arpón ilustra estos temas, fue contado al autor en el norte de Groenlandia.