Las regiones árticas de Siberia, Alaska, Canadá, Groenlandia y el norte de Escandinavia son el territorio de distintos grupos de pueblos indígenas. En Siberia se cuentan entre dichos pueblos los chukchi, even, evenk, nenets, nivkhi, itelmen, chuvan, yukagir y khant; en Alaska se les conoce como inupiaq y esquimales yup'ik, alutiiq y athabaskanos; en Canadá y Groenlandia son los inuit; mientras que la población indígena de Escandinavia son los saami. Los saami son también los pobladores de la península de Kola, en el noroeste de Rusia, mientras que los esquimales yup'ik también viven en el litoral oriental de Siberia. Los pueblos que viven en torno al polo son cazadores, pescadores y ganaderos de renos. Por sus orígenes son semejantes a los de Asia central: los inuit, por ejemplo, son emigrantes nómadas llegados a Alaska desde Siberia durante la última glaciación y que avanzaron por las vastas planicies de tundra del norte de Canadá hasta llegar finalmente a las costas montañosas y heladas de Groenlandia hace unos 4.500 años.
Por encima de las diferencias de modo de vida, lengua y organización social y económica, los pueblos indígenas del Ártico tienen algo en común: su relación única y especial con el entorno ártico, esencial para su identidad social y su supervivencia cultural. Tanto si dependen del pastoreo de renos como de la caza de focas, ballenas y caribúes, los pueblos del Ártico se mantienen gracias a su entorno; y no sólo en el aspecto económico, pues el Ártico les proporciona también alimento espiritual y dota de una base fundamental a sus culturas y modos de vida distintivos.