Al principio, el cielo y la tierra estaban juntos. Miruk los separó colocando pilares de cobre en las esquinas del mundo. Puso en su sitio al sol, la luna y las estrellas. Luego hizo ropa y un sombrero. Como comía arroz sin cocer, Miruk pensó que necesitaba fuego y agua. Preguntó al saltamontes y a la rana si conocían el origen de ambos elementos. Ellos no lo sabían,
pero sí el ratón, que mostró a Miruk cómo hacer fuego frotando cuarzo sobre hierro y dónde hallar un manantial de agua.
Decidido a crear el hombre, Miruk sostuvo una bandeja de plata en una mano y una de oro en la otra. Rogó al cielo y a los insectos para que descendieran. Los insectos de la bandeja de oro se convirtieron en hombres, y los de plata en mujeres. Crecieron, se casaron y así comenzó el género humano. Luego llegó Sokka para abolir el tiempo de Miruk.
Retó a Miruk para ver qué cadena se rompería en el mar. Miruk ganó. Luego lo retó a descongelar un río que Miruk había congelado, pero Miruk volvió a ganar. Más tarde quiso saber en qué rodilla crecería una peonía. De nuevo, Miruk resultó vencedor, pero Sokka robó la flor. Enfadado, Miruk abandonó el mundo diciendo que ahora había llegado el tiempo de Sokka en el mundo, con lo que la vida se llenó de superstición, inmoralidad y rebelión. Eso es lo que sucedió.