Al influjo de este simbolismo se divide la nación en castas, multiplica la religión sus ídolos y se llega por los sabios a hipótesis naturalistas y panteístas.
La unidad de dios se confunde con el alma del mundo. Una tradición vaga de la trinidad, una esperanza de la encarnación, toman cuerpo en la Trimurti y en las numerosas avataras de las deidades salvadoras. Desde aquella edad, Brahm, o Brihm, o Brahma, será tenido por el dios supremo que se revela en la felicidad y en el goce. El Universo es Brahma, viene de Brahma, existe por Brahma y volverá a Brahma.. Según la doctrina panteísta de los hindúes, como mera ilusión para la débil visión del hombre, Brahma toma una cantidad innumerable de formas, desempeña un sinnúmero de papeles y forma diferentes grupos.
Los dos principales son:
Cada dios de la Trimurti es hermafrodita. De Brahma emana Sarasnati; de Visnú, Lakmi; de Siva, Bhavani. Brahma tiene cuatro rostros, pronunció cuatro palabras y creó cuatro castas. Visnú, siempre joven, ha salvado varias veces al mundo de perecer, con sus encarnaciones, y encierra en sí el vientre de oro que contiene el huevo del Universo. Siva, el dios terrible que destruye, es, sin embargo, el dios compasivo que re-crea y que con un símbolo impúdico explica a los hombres su potestad generadora.
Esta Trimurti era invocada con la palabra sagrada OUM, proferida por el criador, y que contiene todo el poder y toda la eficacia. Palabra que el devoto no se cansará de pronunciar mientras viva.