SIVA Y VISNÚ

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Junto al brahmanismo viven en la India, entre otras, dos sectas formadas por los adoradores de Visnú y por los de Siva.

Sivaismo

El sivaísmo llegó muy pronto a tener tanta popularidad como el brahmanismo.

Siva, tercera persona de la Trimurti, en un sentido vulgar, es el dios que destruye, opuesto a Brahma, creador, y a Visnú, conservador.

Teológicamente, Siva modifica, y, en su consecuencia, si destruye, hace nacer. Nada del mundo se pierde, nada pasa del ser al no ser, morir es perder la antigua forma y aparecer bajo otra nueva, la Historia no es otra cosa que una prolongada serie de metempsicosis.

La gran alma que tiene el hilo de este laberinto es un Proteo. Este Proteo, cuando es hindú, recibe el nombre de Siva. Nada más generoso y potente, más fecundo y más excelso que Siva productor; nada más terrible y monstruoso que Siva ocupado en destruir.

Siva tuvo de su shakti Bhavani, dos hijos: Ganesh, dios de los años, de la inteligencia y de los números, y Skanda o Cartikeya, dios de la guerra.

De Siva nacieron otros dos hijos: uno, Veiraba, nació de su respiración; otro, Virabhadra, nació de su sudor.

Siva, como Brahma, tuvo también sus encarnaciones; vivía en el monte Merú, tenía cinco cabezas, cuatro manos y tres ojos en la cabeza principal; iba montado, sobre el toro Nandi y empuñaba su Trísula, especie de tridente.

Visnuismo

Visnú, segunda persona de la Trimurti pasa por conservador de la creación, sacada de la nada por Brahma y destinada a ser algún día reducida a la nada por Siva.

Visnú, deidad amable y benéfica, se encarna para bien de la tierra; sus encarnaciones llevan el nombre de avataras y constituyen uno de los puntos esenciales de las creencias religiosas de los hindúes.