Hay muchas cuevas sagradas en Japón, y solía creerse que conducían al mundo inferior de los muertos.
Aunque éstos causaban terror a los vivos, también eran una fuente de sabiduría y consuelo, y por ello eran visitados por los vivos en busca de consejo.
Desde épocas remotas hasta el día de hoy, en Japón han existido grupos de mujeres con capacidad para comunicarse con los muertos, una especie de chamanas o médiums. Miko era uno de estos grupos de mujeres, descendientes de la unión mítica entre Ama-no-uzume, la diosa de la aurora, y Sarutahiko, un dios mono local.
Miko aún existe en forma de ayudantes de los santuarios sintoístas, pero sin la función chamánica.