El elefante es un animal muy preciado, y el blanco, poco frecuente, se considera sagrado. Un elefante blanco entró por el costado derecho de la reina Maya, madre de Buda, dejándola encinta; el elefante de tres cabezas Erewan, que representa una nube de lluvia, es la montura de Indra, dios de la lluvia en la mitología hindú.
Un mito tailandés, que sigue la historia india, habla de elefantes blancos que eran nubes de lluvia, condenados a caminar por la tierra para asegurar la lluvia y la prosperidad. Antiguamente, cualquier elefante blanco nacido en cautividad o capturado debía ser presentado al rey; hasta el día de hoy, el rey de Tailandia sigue poseyendo un elefante blanco sagrado.
Hay varios relatos en el norte budista sobre cómo una reliquia sagrada o un texto religioso budista fueron transportados en el lomo de un elefante blanco, que podía vagar en libertad. Allí donde se detenía se erigía un santuario y al final del trayecto, una pagoda.