El concepto de rey como fuerza intermediaria entre el mundo celestial y el terrenal fue importante hasta el siglo XX. Se creía que el rey, el trono, el palacio y el reino representaban el universo en el microcosmos, y el orden en el reino reflejaba la armonía cósmica. Un dirigente malvado o loco que alterase esta armonía no sólo creaba problemas políticos sino también inundaciones, terremotos, sequías y epidemias.
Del rey se esperaba que fuese el mayor defensor de la fe, que construyera templos, mezquitas o estupas y que apoyara a los líderes religiosos. En algunos casos era considerado como un ser semidivino y cualquier hombre común que fuera sorprendido mirando al rey era condenado a muerte.
Los cambios políticos del siglo XX dieron pie a muchas historias sobre la lucha por la independencia. Algunos líderes nacionalistas, como Ho Chi Minh llegaron a adquirir estatus legendario. En Indonesia se representan en teatro y sombras chinescas las hazañas embellecidas de estos hombres carismáticos y sus colaboradores, y tal vez sean la base de mitos futuros.